Letter of intentions

febrero 11, 2016

Escribo para recordarle a ese lado del cerebelo que no te echamos de menos, o que, no tanto como para volver a repetir todos los desastres del pasado.

Por eso,  recuerda que el 30 de octubre de 2014, sólo querías decir en alto para que te oyese que:

Suena Tristan Prettyman. No te sonará porque lo escuchaba cuando estudiaba en el loft y tú ahí ya trabajabas. También lo ponía en nuestra casa, pero entonces tú también estabas trabajando. Tampoco es que te haya importado en exceso qué escuchaba, supongo que bastaba con centrar tus fuerzas en aborrecer a Sabina.

Con la perspectiva del tiempo creo que la cuestión siempre fue encontrar cosas por las que quejarse. También hablaba mucho y de noche, cierto. En realidad lo había a todas horas pero tú sólo lo sufrían una vez caído el sol. También quería siempre más y más: niños, viajes, noches…Si me hubieran preguntado te habría raptado toda la eternidad para contemplarte, para ver cómo ponías cara de concentrado mientras tecleabas las cifras de la tarjeta para apostar, para verte peinarte en dos segundos, para verte secarte minuciosamente contra la toalla blanca inmaculada, para verte salir por la puerta de casa hecho un brazo de mar deseando que volvieras a ella cuánto antes, y así hasta el infinito y hasta la eternidad entera.

No voy a pedir perdón por la intensidad, no voy a pedir perdón por haber deseado cada cm de tu piel con frenesí, pero sobre todo deseé poder llegar a entender ese maldito cerebro que nunca supe como funcionaba y que nunca me dejó entrar. No voy a desear haber sido de otra manera, habérmelo tomado con calma, porque el amor es así: irracional, inconmensurable, ininteligible, incontestable y todos los -in que se te ocurran , incluido infernal.

Te quise por encima de mi, incluso por encima de nosotros. Te quería, quizá, locamente -no digo que no- pero puede que no sepa hacerlo de otra manera. Por eso hoy, con el paso del tiempo, he empezado a pensar que «tu sentimiento racional»  hacia mí -si es que hubo alguno-, no era amor. He llegado a pensar que pensabas que me hacía un favor «dejándome estar a tu lado», dejando que te quisiera y me desviviera por ti porque sólo eso me hacía feliz. No, no me sobraba tanta irracionalidad es que a ti te faltaba deseo, ganas, ilusión, alegría al verme despertar a tu lado, prioridad, como tú siempre lo fuiste para mí, y exclusividad.

Después he entendido que es irremediable, que no hay amor racional, que eso se llama costumbre y no tiene nada que con los sentimientos y que, si acaso, es un oximorón.

Puede que después de irme tú me echaras de menos, incluso pensases que eso significa que me querías, pero no. El amor es la fuerza que consigue que hagas cosas con las que tu cabeza no está de acuerdo. El amor es lo que hace que la gente cruce océanos para verse o no se abandone cuando una enfermedad mortal aparece. El amor te hace luchas por lo que quieres, porque sólo en la lucha tiene sentido la vida, lo demás es vagar del trabajo a casa.

Por todo esto sé que lo que te impidió aparecer en el quicio de mi puerta no es la racionalidad de respetar mi decisión, sino la racionalidad de poder controlar un deseo que es casi un capricho, por eso hemos simulado ser dos adultos muy maduros en nuestro cese de la convivencia. De habernos querido habrían bastado sino horas, días, o meses para darnos cuenta de que la vida el uno sin el otro no tiene sentido, es mucho más gris y sabe a decepción y fracaso.

Pero probablemente vivas autojustificando tu aquiescencia con excusas baratas y de manual de autoayuda. De ser así te hubiera agradecido que lo hubieras pensado durante los nada desdeñables ocho años que te regalé. Ojalá pudieras entender que cuando alguien quiere algo de manera irrefrenable, de manera absoluta, sin dudas, sin miedos, no manda emails de noche sino que se enfrenta a la luz del día, que esa es la vida: un montón de problemas a los que hay que enfrentarse y no quiero al lado a alquilen que ha pensado que en la vida, como en el trabajo, todo se soluciona con un email corporativo. NO. Ojalá algún día quieras a alguien como yo te he querido porque entonces entenderás que la vida tiene UN sólo sentido.

Suena «who we are», del mismo grupo.

 

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